La industria merece tener incentivos como la construcción’


El gremio realiza entre jueves y viernes la Asamblea anual en Cartagena. Bruce Mac Master dice que el sector debe tener apoyo. En el evento presentará un libro con recomendaciones para fortalecerlo.

Con una actitud volcada a las exportaciones para sacar provecho a la recuperación de la tasa de cambio, los industriales colombianos plantean la necesidad de que el sector sea objeto de un plan de competitividad que le dé impulso, como el que tuvo la construcción en su momento.

Así lo señala el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, al analizar la coyuntura l del sector y la economía.

Además de los expertos internacionales, en el marco del evento se presentará el libro “Estrategia para una nueva industrialización”, en el que se hace un diagnóstico y se presentan unas recomendaciones para que el sector se fortalezca en el mediano y el largo plazo.

¿Qué plantea el libro que presentará en el Congreso?

Lo vamos a presentar al Presidente el viernes. Y vamos a exponerle las recomendaciones a él y al país. El libro se llama “Estrategia para una nueva industrialización”.

¿En qué se diferencia frente a planes de competitividad propuestos en el pasado?

Contratamos a Fedesarrollo para que hiciera un diagnóstico del sector, dijera cuáles son, en su opinión, las causas de la situación actual y diera unas recomendaciones.

Nosotros también hacemos recomendaciones para solucionar fallas de mercado y obstáculos a la competencia. Hacemos otras desde el punto de vista estratégico que abarca temas como los de logística y transporte.

¿Frente a la Asamblea de hace un año, la industria sigue igual?

Muchas cosas son distintas. En el 2014 a estas alturas teníamos un comportamiento de la economía bastante halagüeño y hoy lo es bastante menos. Es una economía que no está ni mucho menos en una crisis, pero tiene variables que debemos estar monitoreando: el déficit comercial, la balanza comercial, los precios de algunos productos, la tasa de cambio, la tasa de interés interna en Estados Unidos. Y tenemos que generar condiciones para exportar. Por supuesto, hay que plantear una estrategia nueva.

¿Qué han hecho las empresas para ajustarse?

Han tenido varios retos. Uno fue tratar de conseguir los recursos para poder pagar los impuestos y lo otro, que ha sido muy interesante y positivo hacia futuro, es un gran movimiento desde el punto de vista comercial para tratar de aprovechar la tasa de cambio. Las empresas están verdaderamente volcadas sobre el mercado internacional en búsqueda de oportunidades.

¿Cuándo se podrá reflejar eso en las cifras?

Esperemos, porque con la enfermedad holandesa, de la cual venimos, se produjeron efectos. Uno sobre el aparato productivo que algunos sectores pudieron superar y que otros no. La apuesta nuestra es que esto se pueda dar en el último trimestre, o quizá en el primer trimestre del 2016 tengamos los primeros visos de recuperación de ventas al exterior.

Mientras el Gobierno dice que la devaluación anima las exportaciones, otros sectores se quejan de altos costos de materias primas importadas. ¿Qué opina?

Yo no quisiera hablar de un lado ni del otro. La obligación nuestra es tener una visión realista. Es claro que Colombia y el aparato productivo estaba necesitando la devaluación para que se recuperara. Estamos hoy en día a la tasa de cambio del 2003. Es decir, lo que hemos hecho es recuperar 12 años de revaluación.

Yo diría que la discusión no es esa. Evidentemente, los productos que tienen un componente de materias primas importadas tienen un incremento en costos de cerca del 50 por ciento. El reto que tenemos, y especialmente el Banco de la República, es tratar que esto se transfiera de la menor manera posible a la inflación. Tenemos que ser capaces de ajustar todas las variables de nuestra economía para poder navegar en esta realidad. Porque ese es el otro asunto, el tema de la tasa de cambio no es coyuntural, es una nueva realidad de Colombia y del mundo. No vería razones para imaginarme que eso va a cambiar pronto.

¿Cómo impacta en los bienes finales?

Colombia, afortunadamente, tiene una base de producción en algunos sectores como el automotriz. Seguramente lo que va a haber es una sustitución muy fuerte de importaciones por los productos alternativos que somos capaces de producir. Si esto se mantuviera tendríamos la posibilidad de contar con nuevas plantas y con nuevos productos.

¿Qué medidas se necesitan para que mejore la industria?

Hay que recuperar toda la visión de que el aparato productivo es un bien público, que le conviene a todo el mundo que funcione bien y que merece tener fomento e incentivos.

La gente se pregunta en qué consiste eso y es muy sencillo. En el caso del sector construcción, el Gobierno tomó la decisión de pegarle un gran impulso y todo el mundo lo conoce, lo ha vivido y es capaz de explicarlo. Y, efectivamente, el sector construcción se reactivó con una demanda especial, con unos soportes de tasas de interés, con algunas normas especiales sobre uso del suelo y macroproyectos e instrumentos jurídicos. Hay que hacer lo mismo, equivalente y ajustado por supuesto, para la industria. Y hay que tomar las decisiones pronto.

¿El Pipe 2.0 no ha surtido los efectos?

El Pipe 2.0 lleva mes y medio realmente, y tiene unos componentes concentrados en vivienda. Yo lo que sí resaltaría son todos los esfuerzos del Gobierno para el impulso a las exportaciones. Esfuerzos encabezados por el Presidente y la Ministra. Personalmente están dedicados a tratar de levantar obstáculos y barreras a la competitividad. Tienen reuniones muy juiciosas con los empresarios. Luego viene la tarea de mediano y largo plazo, que es estratégica.

¿Cómo terminará al año?

Va ser nuevamente un año de cautela, un año con cifras moderadas y modestas. La industria en particular ha tenido unos resultados que han estado siempre por debajo del resto de la economía. En este orden de ideas vamos a tener un efecto especial, que es la entrada en operación de la Refinería de Cartagena. Esto va a dinamizar las cifras agregadas de industria. Creo que ni va a haber un gran crecimiento de la economía, ni un gran crecimiento de la industria, pero va a haber un crecimiento, Van a ser todas cifras positivas y eso es bueno en un mundo convulsionado. Eso demuestra que Colombia tiene los mecanismos correctos para, de alguna forma, amortiguar los golpes de la economía externa.

Hay que prepararnos muy bien para el 2016 porque desde el punto de vista fiscal puede ser más apretado que este año, y desde el punto de vista de impuestos a pagar, quizás también. Tenemos que tener mucho en la mira el 2016.




Crudo diagnóstico de empresarios: están preocupados por la economía y piden cambios

En un coloquio de industriales, exigieron un reordenamiento del país con la renovación presidencial. "Es difícil tener salarios alemanes y una productividad africana", dijo un ex director de la Cepal.

Los empresarios industriales expresaron ayer su preocupación por el deterioro de las variables económicas, pese a las mejoras de algunos indicadores, y se mostraron desesperanzados frente a un posible reflote de la actividad sectorial hacia fin de año.

En el 8° Coloquio Industrial organizado por la Unión Industrial de Córdoba (UIC), el presidente de la entidad, Gerardo Seidel, alertó que el clima interno "es malo" al considerar "la caída del nivel de actividad con alta inflación" del país, mientras que tampoco las condiciones que presenta el comercio exterior son "nada favorables".

"No nos referimos sólo al contexto interno, tenemos elecciones nacionales, provinciales, municipales; sino a la caída de China, la devaluación de Brasil y otros factores externos que hace que veamos un panorama muy oscuro", indicó.

Por su lado, el presidente de Fiat Argentina y vicepresidente de la UIA, Cristiano Rattazzi, señaló al diario El Cronista que el año está perdido para el sector industrial y remarcó que "todos nos damos cuenta que algún tipo de reordenamiento del país tiene que haber, sea inflación, sistema social, gasto, subsidios".

"¿Vamos a hacer un acuerdo con Europa para abrir más mercados o nos vamos a seguir encerrando en un festival de no competitividad con Argentina y Brasil?", se preguntó.

En esa línea también se expresó Seidel, quien protestó contra los principales candidatos presidenciales por "no haber explicitado un plan de gobierno, las medidas que tienen para reactivar la industria. Todavía estamos esperando sus propuestas. Nosotros reclamamos una disminución de la presión impositiva y de la inflación".

Sin embargo, advirtió lo que ocurrirá con el recambio de mandato del 10 de diciembre: "Vamos hacia un cambio de rumbo inexorable. Si no lo hace el Estado, lo hará el mercado como ha pasado en otras ocasiones".

Durante el coloquio, el economista y ex director de la Cepal Argentina, Bernardo Kosacoff, advirtió que la reindustrialización del período 2002-2011 se frenó desde 2012. Según sus datos, la variación acumulada del PBI industrial entre 2002 y 2007 llegó a 68,4% mientras que entre 2007 y 2011 fue de 13,8% y entre 2011 y 2014 se redujo a -1,1 por ciento.

En su diagnóstico, Kosacoff explicó la retracción del sector por la baja inversión, la reducción de la rentabilidad y las disparidades de precios relativos y la política industrial llevada adelante por el Gobierno. Incluso, advirtió que tampoco hay mano de obra de calificada suficiente como torneros o modistas, debido a la alta informalidad y los 800 mil jóvenes que no estudian ni trabajan.

"Es difícil tener salarios alemanes, cuando tenemos una productividad africana", sentenció Kosacoff.



'A once millones de colombianos podría faltarles agua'



Ómar Franco advierte que el país desaprovecha sus recurso hídrico al no saber administrarlo, anuncia que 200 toneladas de mercurio terminan en los ríos cada año y toca otros puntos claves de la investigación.

En el imaginario colectivo colombiano, cuando las palabras “Colombia” y “agua” se unen en unen en una conversación, inmediatamente aparecen dos palabras como complemento: “potencia mundial” y aunque es cierto que nuestro país tiene un rendimiento hídrico promedio que equivale a seis veces la media del mundo y a tres veces la de Latinoamérica, la verdad es que Colombia nunca ha realizado una gestión inteligente de este recurso.
Esa falta de acciones dirigidas a administrar de manera eficiente las cuencas explica por qué en esta nación-potencia-hídrica más de la mitad de la gente no toma agua potable, al menos tres millones de campesinos viven sin acueducto y tan solo el 15,1% de ellos ingiere agua en buen estado.
En Colombia, 11 millones y medio de habitantes (de los 45 millones que tiene el país) viven con el riesgo de sufrir desabastecimiento de agua en épocas secas, especialmente en municipios como Chiquinquirá, Paipa, Floresta, Soracá, Manzanares, Yopal, Neiva, Maicao, Santa Marta, Buga y Palmira.
Por eso, aterrizar la idea de que Colombia es potencia hídrica es también saber que el 70% de la población vive sobre la cuenca de los ríos Magdalena y Cauca. Afluentes que solo representan el 13,5 % de toda la reserva de agua del país. Ríos sobre los que existe muchísima presión, más que la pueden soportar.
El resto del “potencial hídrico” se encuentra principalmente en zonas apartadas, el 37% en la Amazonia, el 26,3% en la Orinoquia, el 14,1% en el Pacífico y el 9,1 en la región Caribe. Aguas sobre las que se toman pocas decisiones de aprovechamiento sostenible.
“No basta con seguir alimentando en nuestros hijos el imaginario de que somos una potencia hídrica mundial, tenemos que hablar en cómo vamos a administrar ese recurso”, dice el director del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam), Ómar Franco, mientras se prepara para hablar del Estudio Nacional del Agua (ENA) 2014, que presentó este martes en Bogotá.
¿Cómo pasar del diagnóstico a la acción en las zonas donde el desabastecimiento de agua puede convertirse en un lío constante?
Tiene que haber un cambio en la cultura del uso del agua, principalmente en la región que se abastece de la cuenca Magdalena-Cauca y la región Caribe, donde vive la mayoría de gente y se concentran las principales actividades productivas, pero además son zonas donde se concentran los ecosistemas que producen el recurso y que deben protegerse, como páramos y bosques altoandinos. Se necesitan procesos serios de educación y cultura en el uso del agua. En el caso de los agricultores, que son el sector que más agua demanda (con el 46,6% de todo el recurso disponible), se necesitan compromisos concretos. Los empresarios tienen que revisar sus sistemas de riego y buscar estrategias para hacer un uso del agua más responsable. Con los agricultores ya estamos trabajando en la generación mensual de un boletín agroclimático para que conozcan el comportamiento del clima y cuáles son las recomendaciones para cada sector. Es la primera vez que ocurre esto en Colombia.
El Estudio de Agua alerta que al año se vierten 205 toneladas de mercurio a los ríos del país, ¿qué zonas preocupan?
Tres en particular: todo el Bajo Cauca antioqueño, el departamento del Chocó y Nariño. La minería ilegal está avanzando hacia distintas zonas del país y somos conscientes de que esta cifra puede ser mucho más alta. Este es un tema donde hay mucho por hacer, porque esta cifra es bastante significativa.

¿Por qué debe preocuparnos que al año nuestros ríos transporten 300 millones de toneladas de sedimentos, producto de la erosión de los suelos, deforestación, minería y otras actividades?
Esta producción de sedimentos impide que las cauces de los ríos tengan condiciones normales y hace que pierdan la posibilidad de autorregularse, lo que va a generar muchos más desbordamientos, muchas más inundaciones y eso es algo que tiene que llamar la atención.
¿Cómo así que ahora los sectores productivos del país podrán calcular cuál es la huella hídrica?
El concepto de huella hídrica se basa en conocer cuánta agua se requiere para la producción de un bien o la prestación de un servicio. Colombia está liderando un ejercicio para que cada sector pueda calcular la cantidad de agua que usa y cómo puede hacer una mejor gestión de ella, todo esto a partir de los datos del ENA. Es la primera vez que este cálculo se realiza a partir de un estudio tan completo como este, y esperamos que los datos sean utilizados por el sector agrícola e industrial de manera urgente para que planifiquen su uso sostenible del agua.
El Estudio indica que al año 756.945 toneladas de materia orgánica y 918.670 toneladas de sustancias químicas terminan en los ríos. ¿Este no es un panorama alarmante?
Es preocupante. Esta contaminación está haciendo que los ríos reduzcan su capacidad de oferta hídrica, aumentando el nivel de vulnerabilidad de las poblaciones que abastecen. En el caso de la capital, por ejemplo, el río Bogotá pasa cerca de la ciudad, pero mucha de esa agua no puede utilizarse para regar cultivos, por la carga orgánica. Todos los centros urbanos tienen que asumir su responsabilidad, las ciudades tienen abastecimiento de agua asegurado, pero tienen que priorizar la construcción de sistemas de tratamiento de agua residual que permitan la recuperación de los ríos para que estos puedan volver a ser utilizados para agricultura e inclusive para el consumo humano. Los municipios tendrán que ayudar a los más pequeños a construir plantas de tratamiento, pues son sistemas costosos que difícilmente podrá asumir una población sin recursos.



'Ayudar al sector privado no es regalarles plata a los ricos'
La Andi plantea un propósito nacional: ser potencia en exportación de alimentos.

Solo una gran estrategia que sea un propósito nacional, una especie de cruzada, para aumentar exportaciones e impulsar nuestro desarrollo agrario puede salvar a la industria nacional. Ese es el diagnóstico que hace hoy el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, en la antesala de la 71.ª asamblea nacional de ese gremio, que se instala el jueves próximo en Cartagena.Y Mac Master precisa: la estrategia debe ser convertirnos en una potencia latinoamericana para la producción y la exportación de alimentos.Mac Master, economista de la universidad de los Andes con maestría en desarrollo económico, se queja del daño terrible que le hace el contrabando a nuestra industria. Ese será uno de los temas centrales de la asamblea.
¿Cuál es hoy la situación de la industria nacional?
Tenemos una industria golpeada, que tenía una senda de crecimiento muy promisoria hasta los años 90 y que perdimos.
¿Por qué dice usted que se ha perdido?
La razón general es que el país se olvidó de su industria. Síntomas de ello son, por ejemplo, haber acabado con el Ministerio de Desarrollo, que nos daba gran impulso, y haber abierto la economía sin haber preparado el aparato productivo para que fuéramos nosotros más competitivos.
¿Los tratados de libre comercio también la han afectado?
Colombia hizo bien al firmar los TLC que firmó, pero ha debido desarrollar una política de fortalecimiento productivo; quedamos en un escenario difícil porque entregamos un mercado de 50 millones de personas a muchos competidores.
¿Eso no es culpa de los industriales al no aprovechar los nuevos mercados?
No. Los industriales de alguna forma responden a la posibilidad de competitividad exterior. Incluso, compañías colombianas han tomado esa decisión de abrir plantas en otros países para atender el mercado colombiano.
Pero los TLC tienen cláusulas de reserva para proteger la industria colombiana…
Sí, pero hemos sido tímidos. En general, los mecanismos de defensa comercial colombianos se han quedado cortos frente a las afrentas de otros países; es como si nos cohibieran todos los organismos internacionales.
Deme un ejemplo para tener claro lo que usted quiere decir…
Un productor internacional llega y nos da productos con prácticas desleales o los trae a través de canales de contrabando. Esa es una gran afrenta contra la sociedad colombiana. El país se debería indignar con ese acto, tanto como lo hace cuando un gobierno vecino, con un simple decreto, trata de modificar los límites de la geografía nacional. Frente a la industria, no tenemos dignidad. Nos importa más la percepción mundial de que somos cumplidores de las normas y adoptamos una gran cantidad de decisiones para complacer a la Organización Mundial de Comercio (OMC), y así hemos venido entregando buena parte de la industria. Queremos siempre ser los más disciplinados de la clase.
¿Lo que usted sugiere es que, como lo hacen otros países, hagamos trampas?
No, de ninguna manera. Lo que estoy diciendo es que los países nos trampean y nosotros no nos defendemos con suficiente energía y suficiente dignidad.
¿Por ejemplo?
Colombia tiene en este momento un arancel especial ad valorem para la defensa de los textiles, las confecciones y el calzado. La OMC ya anunció que es un instrumento ilegal. Tenemos que indignarnos y actuar. Los países y los productores externos deben saber que cuando cometen prácticas desleales de comercio en Colombia, realmente se defienden los intereses nacionales.
Le voy a poner un ejemplo: las barras de acero corrugado para la construcción. Acabamos de identificar un cargamento de 7 mil toneladas que fue declarado como de aleación de acero, que tienen un arancel mucho más bajo. Nos autogoleamos. Lo denunciamos, enviamos funcionarios nuestros que fueron con la Dian, y ¡no se pudieron hacer las pruebas! Las 7 mil toneladas de barra están aquí, y pagaron 5 por ciento menos de arancel que lo que paga todo el mundo. Eso es asumir una posición indigna. Está estimado que el contrabando en Colombia es de cerca de 6 billones de dólares anuales. El 80 por ciento de esos 6 billones son contrabando técnico. Y son estimaciones oficiales del Gobierno.
¿Qué es el contrabando técnico?
Las trampas de países y productores para entrar sin aranceles al país.
¿La ley anticontrabando que acaba de aprobarse no enfrenta eso?
Por ella luchamos y es un esfuerzo grande por formalizar la economía. El contrabando de hoy es tan dañino para el país como lo fue el narcotraficante en los años 80.
¿Ese crecimiento del contrabando no es una especie de ‘fuego amigo’?
Pues, no se puede olvidar de que cada producto que llega de contrabando a Colombia pasó por algún país que, seguramente, es amigo nuestro. La zona franca de Colón, en Panamá, es origen de una gran cantidad de contrabando. Lo que Colombia requiere es apoyo de Panamá, país amigo, en la lucha anticontrabando.
¿Qué tanto daño le hace el contrabando a textiles, calzado y manufacturas?
El caso de las textileras y las hilanderas es uno de los más dramáticos. Éramos potencia regional. Pero los productos chinos, que han entrado incumpliendo las normas de competencia leal, inundaron el mercado colombiano. Y no hubo defensa comercial. Mire: las guerras en el mundo se producen por tres razones: límites geográficos, razones religiosas y razones comerciales. Esa guerra se está dando con tratados que solo nosotros cumplimos. Colombia tiene que tomar una posición mucho más fuerte en la defensa de su industria manufacturera. Necesitamos una política sólida de defensa comercial, de la industria y de los servicios, porque Colombia se está diversificando: call centers, procesamiento de datos, back office, software, apps. Allí también se está presentado ya una competencia desleal.
¿Qué necesita la industria colombiana para modernizarse?
Un propósito nacional, que debe ser exportar, por ejemplo, alimentos. Hoy, Perú exporta 2.000 millones de dólares en frutas y verduras con una gran política agraria que incentivó el desarrollo para exportación. Aquí tenemos la falsa idea de que ayudar al sector privado es regalarles plata a los ricos; ayudar al empresariado no es apoyar adinerados, es ayudar al desarrollo del país. ¡Está prohibido dar un incentivo a ciencia y tecnología!
¿Pero hasta dónde la industria no es responsable de esas falencias?
Es una corresponsabilidad de todo el país, incluyendo a la industria. No puedo afirmar que el decaimiento industrial sea solo culpa de los gobiernos, pero sí tienen la obligación de crear ciertas condiciones, incentivos y apoyos a la industria. Nuestros gobiernos han sido muy legalistas, más papistas que el Papa. De eso no hay duda y no nos está dando resultado. El gran problema de la humanidad es su crecimiento: 9.000 millones de habitantes son un reto: ¿cómo se alimentarán esos 9.000 millones de personas?
¿Por qué multinacionales de alimentos se han ido del país?
Porque hay incertidumbre jurídica. Ni siquiera se pueden comprar tierras. Recuerde los problemas cuando empresarios compraron tierras para hacer agroindustria en la altillanura.
¿Me está hablando de las famosas unidades agrícolas familiares?
Exacto. ¿Cómo hace usted para montar un gran proyecto si no tiene el volumen mínimo de tierra? Si Colombia quiere ser una potencia mundial en alimentos, tiene que desarrollar agroindustria. Hay un rezago inmenso de genética de semillas.
¿La situación del sector textil, manufacturero y del calzado es catastrófica?
En la industria de telas y de hilandería, sí. Es una catástrofe. En manufacturas, la situación es mala y en calzado, crítica.
¿Y por qué cree usted que la OMC va a tumbar la norma arancelaria que se dictó para proteger manufacturas, textiles y calzado?
Porque le parece que es una protección indebida no permitir a Panamá competir con Colombia, cuando lo que hace Panamá es una triangulación. Panamá no es confeccionista, ni produce calzado, ni textiles.
¿Por qué nuestra economía está desalentada, fría?
En economía hay que decir la verdad: en Colombia hubo enfermedad holandesa. Sin embargo, el país no lo reconoció, y por tanto no se tomaron medidas que la contrarrestaran. Nuestra economía dependía del petróleo y del carbón, que eran más del 70 por ciento de nuestros ingresos. No hubo una gran política de fomento y de apoyo a la industria para defenderla del mal.
¿Esa enfermedad holandesa trajo el déficit de exportaciones de hoy?
Por supuesto. Tenemos un déficit acumulado de los cinco primeros meses del año de cerca de 5.000 millones de dólares. La única solución para equilibrar es exportar. De las decisiones que tome el Gobierno dependerá el futuro de nuestra industria. Por ejemplo, la reforma tributaria estructural tiene que salir pronto. La industria no solo no resiste más impuestos sino que no está resistiendo los actuales. Por eso, la reforma tributaria estructural tiene que corregirlos. Este año vamos a tener un poco de contracción. Necesitamos una estructura tributaria que dinamice la economía, no que la contraiga. Necesitamos una reforma tributaria que genere competitividad para que las multinacionales que quieran instalarse en Colombia lo puedan hacer, así como las colombianas que quieren crecer.
Ante la fuerte devaluación que estamos viviendo, ¿qué tan rápido logrará la industria dinamizar sus exportaciones para reactivar mercados externos?
En este momento hay un ejército, un contingente comercial de colombianos abriendo mercados de exportación, reabriéndolos. Eso toma un tiempo, eso se destruyó con la enfermedad holandesa y lo estamos reconstruyendo. En el último trimestre vamos a tener reactivación de exportaciones. Está trabajando la industria petroquímica, la de confecciones, la de alimentos.
Ese es el lado bueno de la devaluación. El malo: ¿cuánto ha crecido la deuda externa privada?
La deuda privada es de 42.000 millones de dólares. Ha crecido, en pesos, al menos el 50 por ciento. Ese es uno de los grandes efectos de la devaluación.
¿Cómo resumiría las razones del bajísimo crecimiento industrial?
Los gobiernos abandonaron a la industria. Este trata de enmendar, pero aún no tenemos crecimiento. Es parte de la propuesta que hacemos: un desarrollo estratégico de largo plazo. No significa subsidios, como dicen algunos. Incluso dicen malintencionadamente que pedimos volver al proteccionismo. Es desarrollo agrario, por ejemplo, para sembrar algodón de fibra larga, como lo hace Perú. Es el que están usando las textileras. Traigamos tecnología. Hagamos una política de desarrollo para solucionar el problema de la propiedad de la tierra en la altillanura y crear distritos de riego. Una política de desarrollo agrario para que los campesinos vuelvan al campo con buenas condiciones.
La industria pide condiciones de defensa comercial, de innovación, pide que se levanten esas barreras absurdas de los trámites ante el Gobierno y pide una gran estrategia que sea propósito nacional. Esta no puede ser iniciativa solamente del sector privado. ¿Cómo hubiera hecho Chile para exportar frutas si el gobierno no monta esos grandes refrigeradores en los puertos y aeropuertos? La estrategia de gobierno e industria debe ser: “exportar, exportar, exportar”, pero como resultado de un plan de largo plazo. Si lo hacemos, el futuro es brillante. Si no, es oscuro.
Tenemos que insertarnos en las cadenas productivas de valor global. El Gobierno tiene que ser el gran aliado del sector privado; no se pueden hacer esfuerzos aislados; no podemos exportar de todo. Tenemos que programar, no dispararle a cualquier cosa.


0 comentarios:

Publicar un comentario